La felicidad es una aspiración del ser humano, una meta a alcanzar. Sin embargo cambia a lo largo del tiempo porque a través de la historia hay distintas concepciones acerca de lo que significa para la gente ser feliz, afirmó la historiadora Pilar Gonzalbo, quien impartió la conferencia magistral: Finjamos que fuimos felices, la vida en la Nueva España, en el marco de la Cátedra Julio Cortázar.
Los místicos de la literatura española de los siglos XVI y XVII estaban obsesionados con la felicidad, pero no era la felicidad de este mundo. Felicidad y muerte van unidas en la poesía de los místicos. Nadie puede ser feliz en esta vida, de ahí la razón del ansia de morir.
Durante el Barroco novohispano había monjas, beatas y venerables que buscaban la felicidad que tenían los místicos, la que encontraba Teresa de Jesús en medio de sus sufrimientos porque en sus éxtasis celebra un momento gozoso hasta el máximo, hasta ser insoportable, un dolor que se convierte en felicidad. “En verdad daban vueltas a la felicidad en el Barroco”.
Las cosas cambiarOn para la Nueva España cuando al finalizar el siglo XVIII, las corrientes ilustradas conceptualizaron a la felicidad de manera diferente, tanto que el arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón escribe una serie de recomendaciones a los párrocos para que los habitantes de la America sean más felices en lo espiritual y lo temporal.
En esta época puede observarse un gran salto, ya que la felicidad no sólo era espiritual, no solo estaba en el otro mundo, también podía estar en éste.
En el Romanticismo ser feliz es de muy mal gusto. Lo adecuado es sufrir mucho. Los románticos tienen que sufrir para demostrar que tienen un espíritu muy fuerte, que están muy elevados, muy lejos de esa materialidad humana de disfrutar los goces terrenales.
“Por eso los románticos se mueren de amor, y si no se mueren de amor se mueren de tuberculosis”, pero esa moda no pasó con el romanticismo, no es anticuada porque hace tres o cuatro décadas estaba de moda morir de amor.
Pilar Gonzalbo en su búsqueda de lo que significaba ser feliz a través de los documentos de todo tipo, concluye que la felicidad no es tan opuesta al amor o a la muerte, ni tan cercana al amor o a la muerte.
“La felicidad es independiente de lo que nos pasa e independiente de lo que tenemos. Nos venden una idea diferente. Nos enseñan un coche espléndido y vemos la cara de satisfacción del señor que lo compró. Sin embargo, la felicidad es ser, es estar contento con uno mismo porque estoy en paz con todos”.
Guadalajara, Jal, 02 de octubre de 2009
Texto: Martha Eva Loera
Fotografía: Abel Hernández
Edición de noticias: LCC Lupita Cárdenas Cuevas