Perfilar el poder para buscar el sentido de la justicia

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Encuentro con Jon Lee Anderson, un manual para jóvenes periodistas

Cuando la historia de Irak, Cuba o España se convierten en historias universales por las virtudes de un periodista que va donde pasan las cosas para contar con honestidad, entonces hablamos de hacer periodismo, como lo que hace el periodista estadounidense Jon Lee Anderson.

De esta manera comenzó Javier Solórzano, destacado periodista mexicano, su participación como moderador durante la presentación de la conferencia: Perfilando el poder dentro del V Encuentro Internacional de Periodistas, en la que también estuvo Julio Villanueva Chang, director fundador de la revista Etiqueta Negra, así como Jon Lee Anderson, periodista del The New Yorker que ha escrito perfiles de personalidades como Fidel Castro, Saddam Hussein, Hugo Chávez, entre otros.

Para Anderson la objetividad es la máxima, la bandera, la utopía de todo periodista, por lo que intenta ser lo más objetivo posible. “Hay circunstancias, realidades que se imponen y hay que reaccionar como ser humano para no estar perdido”.

Dentro de la crónica hay que saber en qué momento uno debe o no aparecer en la nota. Ser los sentidos para los lectores, sin editorializar. “Hay veces en que ocurren cosas al propio escritor y es importante compartir eso con los lectores, no es afán de protagonista. La raya es muy sutil. Se debe esforzar por estar en lo mínimo en un relato”

Refiere Lee Anderson que “hay que servir a un bien mayor, hay que lograr una historia bien contada que logre incidir, perdurar y cuente una verdad mayor que no solo sea leída y tirada como el diario de turno”.

Tras años de realizar perfiles, Anderson confiesa que juzgaba a sus interlocutores. Buscaba encontrar algo más allá del poder, el sentido de justicia. “Me fascina el ejercio del poder, pero quiero saber cómo ejercitan la justicia, sus relaciones humanas, cómo tratan a otros, si tiene poder cómo perciben a los demás, a los que tienen en su puño bajo su poder. Así como su grado de compasión y su lado bueno”.

La selección de sus personajes se basa en personas que “han logrado organizar la violencia casi como un poder de alquimia para dominar a otros o utilizarlo como un poder político, o han logrado un poder al revés de la violencia y se han legitimado; y ese proceso de transición que se logra dentro de la sociedad me intriga mucho, me interesa”.
 
Por allí hay campo para explorar, es un reflejo de la sociedad misma. Eso es un perfil, “una forma de explorar una situación, un país, una realidad, un momento en la historia y un personaje que te sirve, una especie de clave”

Indica Anderson que no puede decir verdades absolutas, pero puede dar matices que en algunos casos deja al lector consternado y perplejo en cualquier medio.

“He escuchado excelentes crónicas radiales porque así comenzaron las crónicas contando historias, reflejos memorables de nuestros tiempos y que crean una noción de que nos han contando una historia capaz de cambiar nuestras vidas, que no solo se hace en la hoja escrita, sino en radio y televisión, llegando a más personas”.

Destacó el valor de imponerse el reto de hacer una crónica ante la amenaza del tiempo del diarismo. “El tiempo no es amenaza para escribir una crónica, el reto es sacar algo original y que sirva de noticia para ese momento.”.

Para cerrar, Javier Solórzano comentó que ante la batalla contra el tiempo, el trabajo del periodista tiene que ser escrupuloso, pensándose hacia el lector, radioescucha y el televidente. Siempre con el estandarte de la ética. Aún queda mucho por hacer, “hay muchas investigaciones e historias que contar de México”.

Guadalajara, Jal., 4 de diciembre de 2009
Texto: Yllelyna Aponte
Fotografía: Francisco Quirarte
Edición de noticias: Lupita Cárdenas Cuevas

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