El incremento en el número de jóvenes que no estudian ni trabajan en México es producto no solo de la falta de oportunidades educativas y laborales para este sector de la población, sino de una descomposición en el tejido social y de un desencanto por las instituciones en el país, afirmó el coordinador de la carrera de sociología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Alfredo Rico Chávez.
El académico explicó que este problema que afecta a un mayor número de personas en México tiene su origen en un proceso cultural presente no solo en México sino en casi todo el mundo y que tiene que ver con una crisis de identidad y de la falta de credibilidad en instituciones como las universidades, la Iglesia, las instancias gubernamentales e incluso la familia.
“La percepción de los ciudadanos se diluye cada vez más, pues carecen de la ilusión de construir una vida, de tener familia e hijos, un buen empleo que les permita tener bienestar económico como se los hicieron creer desde la infancia, de manera que las nuevas generaciones ya no tienen ese asidero ni esa convicción”, dijo.
Este desencantamiento social los hace más propensos a tener menos ánimo de emprender proyectos y más disposición de abandonar la escuela y dejarse llevar por la vida cotidiana “porque nada los ilusiona”, aseguró el universitario.
De acuerdo con datos de un estudio realizado por la Secretaría de Educación Pública, en México unos 7 millones 870 mil jóvenes carecen de empleo y tampoco estudian, cifra que significa un aumento de cerca del 2 o 3 por ciento en comparación con el 2008.
En opinión de Rico Chávez, esta característica aunada a la falta de políticas públicas para invertir en la educación y fomentar el empleo de calidad, propicia que los jóvenes no tengan oportunidades para desarrollarse como entes sociales, lo que trae consigo más pobreza para ellos y sus familias.
Tal situación es el caldo de cultivo para que el crimen organizado atraiga a los chicos que buscan sobresalir mediante “la fama efímera que se vincula al asunto del dinero y del poder”, convirtiéndose en carne de cañón para los delincuentes.
El especialista en temas sociológicos subrayó que, además de que los gobiernos aseguren una mayor inversión a la educación y las universidades públicas definan políticas de empleo accesible para la población con menor experiencia, es necesario pensar en una recomposición de la idea de comunidad entre la población, para restituir el tejido social.
“La reclusión en cotos y en las nuevas tecnologías es parte fundamental de este distanciamiento, entonces tendríamos que reconstituir el tejido comunitario y recuperar el sentido de identidad que el barrio, la escuela y la comunidad generaba. Tenemos que refundar las instituciones públicas desde las universidades hasta el gobierno y la familia desde los valores de respeto, solidaridad, confianza y la responsabilidad para generar la certeza de que solo caminando juntos se pueden recuperar los espacios públicos”, concluyó el académico.
Guadalajara, Jal., 16 de julio de 2012
Texto: Mariana González
Fotografía: Internet
Edición de noticias en la web: Lupita Cárdenas Cuevas
Ninis: producto de la descomposición del tejido social en México
Más jóvenes que no trabajan ni estudian es resultado del desencantamiento social
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