Etgar Keret (Tel Aviv, 1967) es reconocido como un escritor que se sabe conectar con las diversas esencias humanas y de todas las edades, que habla de manera directa y contundente a la gente joven. Muestra de ello fue que este jueves 29 de noviembre logró vincularse con cientos de estudiantes en la charla Mil jóvenes con en el marco de la edición 26 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).
Keret relató al público asistente que comenzó a escribir en Israel, su país de origen, a los 18 años. Su primera historia se la entregó a su hermano para que la leyera y éste le contestó que era fantástica, para después recoger las heces de un perro con la hoja que contaba la historia.
“Siento que cuando mi hermano agarró la hoja para recoger las heces de un animal yo aprendí que quería ser escritor. Descubrí que las historias no existen en un papel sino en las mentes de todos nosotros. Transmitir las ideas es por medio del papel, pero al final del día se guardan dentro de ti. Nuestras mentes se encuentran y conjuntan en una y cuando descubres esta fuerza ya no puedes abandonarlo. Empecé a escribir en ese momento y nunca dejé de hacerlo”, dijo el autor de Extrañando a Kissinger.
Al hablar con los jóvenes sobre la vida, comentó que antes del nacimiento de su hijo pensaba que la vida y él eran enemigos: “Nace mi hijo y me di cuenta que a partir de ese momento yo era un mediador entre mi hijo y la vida. Mi mente no cambió, pero sí mi papel ante esto”. En ese momento Keret, el máximo exponente de la narrativa moderna en hebreo, conoció su inspiración para escribir.
“La verdadera inspiración surge de vivir la vida, del conjunto de momentos en que alguien te hace una pregunta y te detienes un segundo para responder. Por ejemplo, una vez vi a un hombre mayor parado esperando el autobús con el periódico en sus brazos y un café. Cada vez que tomaba café, el periódico se caía. En ese momento comencé a llorar porque supe que era un hombre como yo. En momentos como éstos me siento para tratar de escribir y articular con palabras lo que sentí y que los lectores entiendan por qué me pareció conmovedor ese momento en mi vida. Si lo que yo vi es entendible para todos los demás no necesito explicarlo y mediarlo”, agregó.
Sobre la diferencia entre la literatura juvenil y para adultos, el autor de libros como La chica sobre la nevera, enfatizó que “la diferencia entre un adulto y un adolescente tiene que ver con cuántos cabellos tienen en la cabeza”.
“Tienes que conocer sobre la vida con el paso del tiempo, por eso es muy difícil para mí entender la diferencia entre la literatura juvenil y para adultos. La misma historia puede haberse leído por dos lectores diferentes y dos perspectivas distintas, pero los jóvenes son más curiosos. Cualquier historia empieza con un incidente y después te encuentras a ti mismo contándola”, dijo.
Y concluyó que el escritor debe plasmar sus historias desde una perspectiva honesta: “El proceso de la lectura tiene que ver con lo que yo doy y el lector da a este proceso”.
Guadalajara, Jal., 29 de noviembre de 2012
Texto: Wendy Aceves
Fotografía: FIL
Edición de noticias en la web: Lupita Cárdenas Cuevas
Las historias no existen en un papel, sino en las mentes de todos nosotros: Etgar Keret
La charla Mil jóvenes con reunió a cientos de estudiantes del SEMS
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