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La Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) no está preparada para crecer verticalmente, sobre todo porque carece de una norma actualizada que pueda adecuarse a una redensificación en algunos puntos, señala el coordinador de la carrera de la licenciatura en Urbanística y Medio Ambiente, del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), de la Universidad de Guadalajara, Juan Ángel Demerutis Arenas.
Señala que, comparada con otras ciudades, Guadalajara tiene una densidad de población baja, menos de 100 habitantes por hectárea, cuando otras ciudades tienen 500 o 600 habitantes. “Entonces, si vamos a meter más habitantes por hectárea con la construcción de uno o varios edificios verticales, se vuelve más difícil manejar el control de servicios para esos habitantes en una zona que tradicionalmente ha sido de baja densidad”, señaló.
“Hay que pensar que la población que vivirá en esos edificios demandará mayores servicios como escuelas, hospitales, parques, iglesias, transporte, y en general más áreas verdes para cubrir su demanda. Además, hay que analizar otros factores como por ejemplo los diámetros de tubería y desagües que estaban pensados para determinado número de personas. Entonces la pregunta es ¿en dónde los vamos a construir si esa zona de la ciudad fue creada para determinada población? ¿Quién va a pagar esas adecuaciones?”, cuestionó.
Demerutis Arenas subraya que en materia legal tampoco están preparados para esos cambios, pues en la actualidad los ayuntamientos piden 15 por ciento de la superficie total como área de cesión para dotar a la población de espacios públicos: “Eso funcionaba bien, pero el problema es que la norma está referida sólo a la superficie del terreno y no al número de habitantes”.
“Ahora, junto con el problema de la infraestructura está el problema de la movilidad. Si al mismo espacio le metes más personas, la gente no va a poder salir de esos sitios. De ahí viene la necesidad de un transporte público, porque las calles de la ciudad no la podemos hacer más amplias. Así que tendremos que pensar otro tipo de vías, ya sean subterráneas o de altura. En las ciudades bien planeadas la gente no usa el automóvil, sino transporte público”, recalcó Demerutis Arenas.
Otro problema asociado con el crecimiento vertical que Demerutis Arenas vislumbra es el de la imagen urbana y la salud, porque “cuando a alguien le ponen un edificio de 20 pisos, y a lo mejor ya no volverá a ver al sol en su vida desde su casa, hay que ver cómo esa casa va a tener iluminación, ventilación, pues puede afectar la salud de sus habitantes.
“No estamos listos para esos cambios. Hay que estar preparados para ello porque tampoco parece conveniente crecer hacia los lados. Hay que hacer una densificación ordenada y que convenga a la ciudad. Los urbanizadores tendrán que pagar lo que construyen, para que retribuyan a la ciudad los nuevos cambios a la infraestructura que proyectan, sobre todo cuando ellos son los principales beneficiados”, apuntó.
Guadalajara, Jal., 17 de enero del 2011.
Texto: Juan Carrillo
Fotografía: Abel Hernández
Edición de noticias: Lupita Cárdenas Cuevas