La novela encuentra su fuente de inspiración no sólo en la ficción, sino también en la realidad: Leonardo Padura

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El escritor cubano ofreció la conferencia magistral “¿Para qué se escribe una novela?”, en el marco de la Cátedra Latinoamericana “Julio Cortázar”

La Real Academia Española de la Lengua define a la novela como una “ficción o mentira en cualquier materia”. Pero para el escritor cubano Leonardo Padura eso es impreciso. Y es que abundan las novelas en las que los hechos históricos son su pilar fundamental. E incluso, es común –como en el caso de él mismo– que los creadores literarios encuentren la fuente de su obra en la realidad, por cruda que ésta sea.
 
Así lo señaló el novelista y periodista cubano Leonardo Padura, durante la conferencia magistral “¿Para qué se escribe una novela?”, ayer viernes por la tarde en el marco de la Cátedra Latinoamericana “Julio Cortázar”, que dictó en el Paraninfo Enrique Díaz de León de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
 
Explicó que en el mundo existen pocas cosas que son tan difíciles de definir como una novela.
 
“No existen novelas en las que la ficción apenas ocupa un espacio ante el reinado de los hechos históricos o documentados. O tomados incluso de la realidad. Es una novela El Quijote, con sus 800 páginas, al igual que El extranjero, con apenas 100. Es una novela Las palmeras salvajes, de William Faulkner, donde en lugar de una se cuentan dos historias inconexas; o lo es incluso 2666, la voluminosa obra de Roberto Bolaño, en la que se desarrollan cinco tramas con raras e inexistentes conexiones”, subrayó Padura.
 
Y amplió su reflexión así: “¿Qué tienen en común esas obras de Cervantes, Camus, Faulkner y Bolaño, qué nos permite calificarlas como novelas? ¿Será acaso la ilusión de la realidad? Ese llamado de la verosimilitud y el hecho de estar escritas en prosa. ¿Entonces, qué hacemos con Kafka y la verosimilitud, y con El cumpleaños de Juan Ángel, de Mario Benedetti y su escritura versificada?”.
 
Adujo que otros creen que una novela, al narrar hechos ficticios o tomados de la realidad, crea la ilusión de un mundo, y través de éste y valiéndose de los héroes que lo habitan –los personajes–, tratan de entender o explicar los comportamientos de la condición humana: la realidad y la vida. Por ello, el novelista escoge con libertad la forma para expresar sus intenciones y crear una arquitectura que suele ser singular o irrepetible.
 
“La novela, en tanto ejercicio literario y procedimiento de comprensión del ser humano, habita en el reino de la absoluta libertad creadora –abundó–. Una libertad a través de la cual el artista intentará, con mayor o menor fortuna, o talento, revelar comportamientos del alma humana”.
 
Repasó su propia experiencia al escribir, pues aún cuando sus historias se llegan a ubicar en ciertos ámbitos geográficos, la investigación y el conocimiento de esos lugares “son el apoyo necesario para suplir esa innata falta de imaginación que me acompaña y para  sostener la pretensión de no traicionar las  esencias históricas de los acontecimientos, escenarios y personajes que definen mi intención realista”.
 
“Para escribir una novela como El hombre que amaba a los perros, dediqué dos años de mi tiempo sólo a la investigación histórica que me prepararía para poder comenzar el libro.  Pero en los tres años que me llevó la redacción del texto, tampoco dejé de investigar, comprobar, completar el conocimiento de los contextos a los que me refería”, confesó Padura.
 
La presentación del escritor cubano estuvo a cargo de la doctora Patricia Córdova Abundis, Jefa del Departamento de Letras del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la UdeG.
 
 
A T E N T A M E N T E
"Piensa y Trabaja"
Guadalajara, Jalisco, 3 de marzo de 2018

 
Texto: Julio Ríos
Fotografía: Abraham Aréchiga

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