


Los más de 400 grabados en piedra, en los 55 sitios en el municipio de Ocotlán, Jalisco, y sus alrededores, donde han encontrado restos de figuras y dibujos de los primeros habitantes de esta zona son vitales para la reconstrucción de las civilizaciones asentadas en la ribera del lago de Chapala y la Ciénega, además “por ser quizás los vestigios más antiguos en la zona de occidente del país”, dijo en un recorrido con los representantes de los medios el profesor del Departamento de Ciencias Tecnológicas, del Centro Universitario de la Ciénega (CUCiénega), de la Universidad de Guadalajara, Juan Alfredo Morales del Río.
Explica que los grabados, circulares y cuadrangulares, hallados en las piedras, además de otros con representaciones de figuras de animales y personajes humanos encontrados en todos estos sitios de la Ciénega, además de que en algunas cuevas localizaron pinturas rupestres, pueden fecharse en términos generales en el periodo posclásico, entre 800 y 1200 años después de Cristo.
Las pinturas rupestres fueron encontradas en Mezcala, que son aún más antiguas que los petroglifos, porque el arte rupestre surgió antes de los grabados. “De hecho, en esas cuevas han encontrado manos pintadas, de color rojo ocre, con grabados circulares y cuadrangulares, muy parecidas a los petroglifos de La ocotera, por lo que creemos que fueron las mismas personas quienes las hicieron. Como no hemos encontrado osamentas, es complicado saber cuántos años de antigüedad pudieran tener”.
Morales del Río comenta que la investigación surgió por inquietudes de varios alumnos de la carrera de ingeniería química, pero fue el 7 de noviembre de 1999 que formaron el Grupo de exploración del CUCiénega. De ese grupo surgieron una serie de fotografías y un libro en 2003, titulado Los petroglifos de la Ciénega, de su propia autoría, que en su nueva reedición fue presentada hoy a los medios de comunicación y público en general.
“Quisimos establecer las bases de una especie de colección permanente de fotografías, y presentarlo en el Museo regional o en la Casa de la cultura, de Ocotlán, Jalisco. Entre los signos similares que hemos encontrado, están los motivos geométricos, que por el número de líneas rectas y transversales, forman un esqueleto de pescado, con líneas transversales a lo largo de la espina dorsal. Destacan espirales circulares y cuadrangulares. A las circulares se les conoce como caracoles, y dan idea de que eran dibujadas donde había ojos de agua para establecerse.
Agrega que ahora buscan proteger estos vestigios tan importantes, y conservarlos en buen estado, ya que son los visitantes, pero, sobre todo, los buscadores de tesoros los principales enemigos de estos importantes vestigios, que incluso han llamado la atención de la comunidad arqueológica de otros sitios importantes del mundo, especialistas quienes le han solicitado ejemplares de su libro y explicaciones precisas de los hallazgos.
“Les hemos pedido apoyo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para la conservación de estos sitios, pero sabemos que hoy están más preocupados por otro tipo de vestigios más notables, como los que pueden haber con los mayas. Pero las autoridades locales son quienes nos han apoyado y están conscientes de estos descubrimientos que pueden incluso servir para atraer más visitantes a estas zonas. Hablamos de que esto nos permitirá descubrir la riqueza cultural que nos une con nuestros antepasados”.
Ocotlán, Jal., 2 de abril de 2009
Texto: Juan Carrillo Armenta
Fotografía: Adriana González
Edición de noticias: LCC Lupita Cárdenas Cuevas