“La historia es la disciplina del autoconocimiento humano. Conocerse a sí mismo significa conocer lo que se puede hacer, y la única pista para saber lo que puede hacer el hombre es averiguar lo que ha hecho. El valor de historia, por consiguiente, consiste en que nos enseña lo que el hombre ha hecho y en este sentido lo que es el hombre”.
Con esta cita del historiador Robert Collingwood, Enrique Florescano inició su conferencia “Las funciones sociales de la historia”, que impartió en el marco de la Cátedra Latinoamericana “Julio Cortázar” de la UdeG, el día de ayer en el Paraninfo Enrique Díaz de León.
“Las palabras de Collinwood”, continuó el historiador mexicano y director de Proyectos Históricos de CONACULTA, “responden con economía a la pregunta ¿para qué se estudia la historia?”. Y agregó: “El estudio de la historia es una indagación sobre el significado de la vida individual y colectiva de los seres humanos en el transcurso del tiempo”.
Acerca de la labor del historiador, comentó que “de una parte es un producto social, un resultados de diversas corrientes colectivas, y de otra es un individuo acuciado por el deseo de superar herencias del pasado y de asumir su oficio a partir de los desafíos que le impone su presente”.
Añadió que “la costumbre de leer la historia de un país a través de lo que hoy llamamos historia nacional, nos ha hecho olvidar que detrás de la historia escrita por los vencedores, permanecen latentes las versiones de los grupos marginados”.
En este sentido dijo que una respuesta adecuada sobre los propósitos de las narraciones históricas, debería incluir las interpretaciones del pasado de estos grupos, para alcanzar una historia plural y más representativa de la diversidad social que constituye a las naciones.
Por esto, Florescano explicó y analizó diferentes tesis sobre las funciones de la historia, empezando por la que definió como la más antigua e importante: “dotar a un pueblo de un pasado común y fundar en ese origen remoto una identidad colectiva”. Otras fueron el registro de los cambio, la recuperación del pasado y la de forjar a los ciudadano.
Explicó que “así como el conocimiento histórico desvela los orígenes del pueblo, cuando se practica con rigor, contribuye a limpiar las telarañas tejidas por los mitos, y hace de la historiografía un medio para liberarlos de las cargas ideológicas originadas en el pasado y prolongadas en el presente”.
Por lo que concluyó: que el conocimiento histórico es indispensable para preparar a los jóvenes a vivir en sociedad, porque, concluyó, “la historia es más adecuada que ninguna otra disciplina para formar ciudadanos”.
Guadalajara, Jal., 27 de marzo de 2010
Texto: Alberto Spiller
Fotografía: Internet
Edición de noticias: Lupita Cárdenas Cuevas