Fumigar no es la solución para acabar con el dengue, ya que muchas especies de aves, réptiles y otros insectos que pueden ser depredadores del Aedes aegypti, pueden resultar afectados y ver disminuida su población. Esto es uno de los factores que ha provocado el aumento de población del mosquito, afirmó el académico del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), doctor Ezequiel Magallón Gástelum.
El médico participó con la conferencia “Bionomía y control del vector del dengue”, dentro del panel “El dengue y otras arbovirosis. Una revisión académica de cara al futuro”, en el auditorio doctor Roberto Mendiola Orta, del CUCS.
“Los insecticidas no son específicos. No están diseñados sólo para matar mosquitos. Se avienta la nube de fumigante y por donde pasa acaba con la vida de otros organismos. Las nuevas generaciones ya no juegan con mayates, las mariposas escasean. Este año no hubo chicharras para anunciar las lluvias. Lo mismo con otros insectos que atraen aves, que se alimentan de éstos”, dijo.
Las aves pueden intoxicarse por ingerir insectos envenenados, y “estamos acabando con la poca fauna que ha logrado adaptarse al ecosistema humano”. Magallón Gástelum destacó que la gente se debe de responsabilizar para que no haya mosquitos en sus hogares, vectores transmisores del dengue.
“No existe gobierno, ni poder económico para que haya una persona por cada casa para decir a los habitantes qué hacer. El mosquito es un organismo que vive en cada casa, y no se tiene que responsabilizar a las instituciones para que estén fumigando”, subrayó.
“La fumigación es un recurso del que se echa mano cuando, a pesar de la concientización de las medidas a tomar, la gente no hace caso y proliferan los mosquitos y se sale la situación de control”, resaltó.
La gente debe eliminar los posibles criaderos. Pueden ser desde un florero, al que se le debe cambiar el agua cada cinco o seis días, hasta una corcholata donde se acumule agua. Ésta no necesariamente debe estar limpia. Se debe tomar en cuenta que cualquier objeto, como mueble o los carros abandonados que hay cerca de las casas, pueden servir de criaderos para el mosquito por el agua acumulada.
Es un mito que al Aedes aegypti le gusta el agua limpia. “Lo que sucede es que está adaptado al ecosistema humano, y lo que abunda en el mismo es agua clara que aparentemente está limpia, pero si ahí pueden sobrevivir larvas, quiere decir que ese líquido tiene bacterias y algas de las cuales se alimenta la larva del mosquito”, dijo.
Recordó que el mosquito actúa como vector intermediario. Necesita picar a una persona en los primeros cinco días de la enfermedad, cuando trae el virus en la sangre. Ésta es ingerida por el Aedes aegypti, y tienen que pasar de cuatro a diez días para que éste se vuelva infectante. Además, ya hay trasmisión vertical del virus; es decir, hay hembras que lo transmiten a los huevecillos.
“Un mosco va a ser infectado después de que toma sangre de una persona. La sangre infecta el intestino del mosco, y en esa parte de su organismo va a tener un proceso de replicación. Después, viajan los virus a través del mosco a sus glándulas salivales, y al momento de picar a un humano inyectará una pequeña parte de la saliva. Es a través de este proceso que entra el virus a la piel, y los síntomas aparecen entre cuatro y siete días después”, informó el Coordinador de la maestría y doctorado en Microbiología Médica, del CUCS, doctor Moisés Ramos Solano.
El doctor Héctor Raúl Pérez Gómez, quien participó con la ponencia “Una vista panorámica de la arbovirosis”, resaltó que, actualmente, hay en el país alrededor de 23 mil casos confirmados de dengue, y en Jalisco 5 mil 750. Es decir, alrededor de 700 casos más que la semana pasada.
Destacó que las enfermedades transmitidas por vectores como mosquitos y otros insectos son más de 100, y algunas de éstas tienen alta letalidad, como la encefalitis japonesa, que puede generar una letalidad (proporción de personas que mueren por una enfermedad) de hasta 50 por ciento de las personas que la padecen.
El académico del CUCS, doctor Eduardo Rodríguez Noriega, quien participó con la conferencia “Patrones clínicos y manifestaciones distintivas”, recordó que el dengue existe desde 1943 en el mundo, y actualmente hay cuatro serotipos.
Entre los síntomas en las diferentes fases de la enfermedad se encuentran letargia (estado de somnolencia o estupor profundo que se asocia con dengue severo). Los pacientes pueden presentar también fiebre, cefalea (dolor de cabeza), artralgia (intenso dolor en las articulaciones), mialgia (dolor muscular) y exantema (erupción de la piel), hasta hemorragia.
Atentamente
“Piensa y Trabaja”
Guadalajara, Jalisco, 10 de octubre de 2019
Texto: Martha Eva Loera
Fotografía: Abraham Aréchiga
Fumigar no acaba con el dengue: doctor Ezequiel Magallón
Académicos y especialistas participan en el panel “El dengue y otras arbovirosis”, en el CUCS
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