México está auto fomentando un grado de corrupción más allá de las instituciones de gobierno y policíacas que está en la cotidianidad, en los actos más pequeños que conducen a la generación de personajes como los sicarios, que se han convertido en un modelo a seguir, aseguró el productor y guionista del documental Confesiones de un sicario, Juan Carlos Reyna.
Durante la mesa de discusión “La cámara como testigo; historias incómodas”, el también escritor y músico Reyna señaló que todos en mayor o menor medida somos responsables de este estado de muerte, por lo que los documentalistas adquieren un compromiso de mostrar la realidad del país.
Moderado por el periodista de grupo Milenio, Diego Enrique Osorno, la mesa de discusión se realizó en el marco del 7º Encuentro de Creadores del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Reyna aseguró que quienes realizan documentales tienen un compromiso ético ante el tema que abordan y ante las personas que se convierten en los personajes del mismo.
Por su parte Lucía Gajá, realizadora de largometraje Mi vida dentro, señaló que el documental es una herramienta “para hablar de las cosas que nos preocupan o para mostrar las injusticias que suceden en la sociedad”.
Afirmó que la finalidad de este tipo de trabajos cinematográficos no es crear conciencia sino ofrecer historias, aunque hay casos en que la realidad de las personas que están en ese documental cambia.
“Cuando tomamos una cámara la realidad se trastoca. Comparado con la ficción, es distinto hacer documentales porque trabajas historias con personas que se convierten en personajes pero que son de la vida real y una vez que termina la película esa persona seguirá en la misma situación antes de la película”, dijo.
Emiliano Altuna quien ha realizado diversos documentales como Seguir siendo y El ciruelo, señaló que mientras en los proyectos de ficción el realizador tiene claro lo que quiere decir, los documentales, señala, “son historias que tú sales a buscar y de los que te haces una serie de preguntas y que al final exigen un papel más activo por parte del espectador”.
Consideró que el documental Presunto culpable, que sufrió censura y la suspensión provisional para su exhibición, es una prueba de que los documentalistas no pueden ser objetivos porque de alguna manera afectan la realidad de sus personajes, situación de la que tienen que estar consciente.
Guadalajara, Jal., 31 de marzo del 2011.
Texto: Mariana González
Fotografía: Internet
Edición de noticias: Lupita Cárdenas Cuevas
Documentalistas tienen un compromiso ético con la realidad
Realizan mesa de discusión La cámara como testigo; historias incómodas