“Las relaciones Iglesia-Estado nunca será un tema acabado, porque como todas las relaciones necesitan irse adaptado a las circunstancias históricas. No es lo mismo el Estado en el siglo XVII, XVIII o XIX que como lo será en el siglo XXII o XXIII; lo mismo que la posición de la Iglesia”, señaló el autor del libro La constitución de 1857. Catolicismo y liberalismo en México, Emilio Martínez Albesa, que fue presentado anoche en la librería del Fondo de Cultura Económica.
Lejos de defender a unos o atacar a otros, el autor señaló que el libro trata de resolver las paradojas que a lo largo de los últimos siglos han permeado el quehacer político en México. “Trato de llegar al núcleo de los gobiernos liberales y eclesiásticos que por enfrentarse entre ellos se han olvidado de las ideas. Así que busco recuperar esas ideas políticas y que puede ser enriquecedor”.
Dividido la extensa obra en tres tomos, ofrece a los lectores varios lineamientos seguros para comprender la evolución de las ideas políticas y eclesiales de los mexicanos y descubre las razones profundas de ese conflicto entre el liberalismo y la Iglesia en México, que pareció insuperable a partir de la Constitución de 1857.
“Hoy, a 150 años de aquella Constitución, México busca delinear un proyecto de convivencia que, fundado en sus valores culturales y dando espacio a las justas aspiraciones de todos, procura el bien de la nación y contribuya positivamente en el concierto internacional. En esta tarea, si quiere abrirse a un futuro realmente nuevo, no puede dejar de buscar en la verdad histórica los secretos de su ser nacional”.
El historiador de la Universidad de Guadalajara, Jesús Gómez Fregoso, quien le tocó la presentación del libro, hizo un repaso histórico de esa oposición entre liberales y conservadores, entre Iglesia y Estado que ha existido en grandes etapas de la historia en Europa, en la que en ciertos momentos “el Papa llegó a ser el dueño del mundo”.
“El libro me pareció apasionante. Me sorprendió la abundante documentación y el análisis historiográfico que hace el autor sobre innumerables fuentes diversas, tanto relacionados con los liberales como de los conservadores. Así que no me queda más que decir, como lo hace Copérnico en la introducción de uno de sus libros: ‘Compren, lean y disfruten el libro’”.
El profesor investigador de la Universidad de Guadalajara, Roberto Castelán Rueda, a quien le tocó ser el moderador, señaló también que lo importante del libro es que pone a la Iglesia en el centro del debate como un actor político más, “que no está en el baúl de los recuerdos, sino que analiza cómo nos influyó e influye en la actualidad”.
“Además la obra es innovadora y propositiva. No busca defender a la Iglesia sino quiere hacer historia y escapa a una posición determinada al ser sometida como objeto de estudio, en la que el autor usa una gran cantidad de fuentes documentales pastorales que han estado ocultos y que antes eran considerados que no debían leerse o no eran tomados en cuenta. Además, baja del pedestal conceptos como ‘patria’, ‘nacionalismo’ y muchos otros”.
Guadalajara, Jal., 08 de mayo de 2010.
Texto: Juan Carrillo Armenta
Fotografía: José María Martínez
Edición de noticias: Lupita Cárdenas Cuevas