Uno de los peligros cuando se abre un sistema democrático como el mexicano, es la lucha entre derechos, ya que cada una de las partes busca lograr más libertades y posibilidades de desarrollo, esto se traduce en desequilibrios, desigualdad, y por tanto, una perspectiva falsa de la democracia.
Lo anterior fue señalado por el Presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), Ricardo Bucio Mújica, durante el X Encuentro Internacional Sobre Cultura Democrática, organizado por el Instituto de Investigación en Innovación y Gobernanza de la UdeG realizado este 30 noviembre y 1 de diciembre en la FIL de Guadalajara.
Tras resaltar que la democracia supone un delicado y complejo equilibrio de derechos tanto en las instituciones, las leyes, la academia, la percepción ciudadana y la definición de políticas públicas, planteó que aún la transición de nuestro cambio democrático, requiere poner al centro los derechos de la población.
“Este país, sus instituciones y leyes se pensaron con muchos otros objetivos”. Por ejemplo, para gestionar el poder, para administrar lo público, para dirimir problemas, “hasta para dar empleo a ciertas personas o las primeras damas”, pero “no se pensaron, ni se han repensado a partir de una reforma completa para poner en el centro los derechos de la ciudadanía”.
Bucio Mújica, concluyó: es muy complejo en un contexto como en el que estamos, que la democracia tenga todas las posibilidades de dar el mayor alcance en acceso a derechos y libertades a los ciudadanos, siento que muchas veces la legislación, el sistema, las instituciones y la cultura no dan.
Por su parte, el consejero presidente del Instituto Electoral y Participación Ciudadana del Estado de Jalisco, José Tomás Figueroa, subrayó que no hay democracia sin libertad de expresión, derecho que exige responsabilidad y ética, además que no hay cultura democrática sin la participación ciudadana.
Insistió en la necesidad de que los ciudadanos estén más informados y participativos, ya que esto fortalece la cultura política y la empodera, la dota de elementos para decidir y fiscalizar, lo cual no sólo la robustece, sino también a la democracia.
Además, los árbitros electorales no sólo deben limitarse a velar y contar los votos, sino lograr la democracia plena garantizando el estado de derecho y la equidad en las contiendas, entre otras cosas.
Guadalajara, Jal., 30 de Noviembre del 2010
Texto: Eduardo Carrillo
Fotografía: Abel Hernández
Edición de noticias: Lupita Cárdenas Cuevas