Le Clézio abre el salón literario en la FIL

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El Premio Nobel de literatura 2008 señala que la guerra ha sido enemiga de la cultura.

La literatura es un ejemplo de la necesidad de registrar las influencias interculturales. A veces hay incurrencia en el plagio. “Algún día haré el elogio del plagio. Éste es algo bueno, no es algo malo”, dijo.

Lo anterior fue expresado por Jean-Marie Gustave Le Clézio, Premio Nobel de Literatura 2008, durante la conferencia magistral “La literatura intercultural”, que abrió las actividades del Salón Literario en la Feria Internacional del Libro (FIL).

La presentación de Le Clézio corrió a cargo del historiador Jean Meyer. Al evento asistió Raúl Padilla López, presidente de la Feria Internacional del Libro (FIL).

Los clásicos de Francia, Inglaterra, a veces están influenciados de manera muy cercana de los autores griegos, latinos. Los llegaron a copiar. Sabemos que Moliere plagió a Cyrano de Bergerac, pero su plagio llega a ser mejor que el original, entonces vale la pena, explicó Le Clézio.

Señaló que la guerra es enemiga de la cultura y el derecho. No obstante, existe otro peligro: el temor que podemos sentir de la globalización. Es decir, en torno a una cultura universal, basada sobre la rapidez y la facilidad de la comunicación y del comercio.

La política cultural de los herederos del colonialismo todavía está bajo la influencia del totalitarismo. En Francia existe la preocupación de la inflación del idioma inglés y del peligro que amenaza la identidad nacional. Los programas escolares han contribuido a la erradicación de los idiomas regionales por pensar que son inútiles.

En Europa, Asia o en América del Norte hace poco existía la convicción de que había una jerarquía de valores, de culturas. Algunas valían más que otras y por eso tenían el derecho y hasta la obligación de sustituirlas y destruirlas, además de acabar con sus lenguas.

La España del Siglo XVI invadió y destruyó los grandes imperios indígenas en México, Perú y también en las Antillas. En la inducción milenarista está incluida la conversión de los naturales y por ende, la necesidad de acabar con la diversidad de estos pueblos para someterlos a la servidumbre.

“Conocemos las consecuencias del radicalismo, unicultura que justificaron las grandes conquistas coloniales del siglo XIX. La guerra, entonces, era el único medio de la trasncultura, de la aculturación a nombre de la civilización y de una pretendida finalidad de la historia”.

Las dudosas teorías elaboradas por pretendidos filósofos alimentaron el Instituto para la Guerra y la Paz, de la Universidad de Columbia y sirvieron de base para la política extranjera de Estados Unidos, de John F. Kennedy hasta George W. Bush.

Estas teorías cercanas al nacionalismo del Nacional Socialismo, de 1930 enuncian la convicción de que el mundo está dividido por líneas fatales, cuyas pulsiones causan los afrontamientos entre las culturas en busca de la dominación universal. “Estas teorías no resisten a un examen serio –enfatizó convencido--, pero estas inducciones pueden ser peligrosas porque seducen a cerebros débiles y mantienen las pasiones nacionalistas y la xenofobia”.

Señaló a Perú y Bolivia como ejemplos de la integración intercultural en el sistema de la educación. En esas dos naciones son enseñados en las escuelas tres lenguas: una indígena, el español y uno internacional, entre ellos inglés, francés o japonés.

Hay países africanos donde la enseñanza bilingüe o trilingüe tiene lugar en las escuelas. Hay naciones como San Mauricio donde utilizan, por lo menos, cada día tres idiomas. Toda la gente habla tres idiomas.

Guadalajara, Jal., 28 de noviembre de 2010
Texto: Martha Eva Loera
Fotografía: Jorge Alberto Mendoza
Edición de noticias: Lupita Cárdenas Cuevas