Los valores democráticos contemporáneos como la libertad, la justicia y la igualdad quedaron desconectados por la falta de contexto, en específico, por el agotamiento del concepto Estado-nación, cuyo poder ya no está en las armas ni en las guerras, sino en la información y las tecnologías.
Lo anterior lo destacaron especialistas en la mesa “¿Democracia es una mala palabra? Digamos mejor agencia”, en el marco de la 38 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el programa de FIL Pensamiento.
Así, la libertad de opinión y de prensa, que no es exclusiva de periodistas ni de los dueños de los medios de comunicación, sino un derecho de todos los ciudadanos, es un debate sustituido por el papel de las nuevas plataformas, sostuvo el fundador del diario español El País, José Luis Cibrián.
“Hay un gran debate sobre cómo se forma la opinión pública y se acusa a los influencers, a la confusión que generan las redes, a la intervención de los poderes extranjeros. Se acabó el contexto en que la democracia funcionó, y ahora tenemos un mundo globalizado donde el poder no está en el poder, en el dinero y las armas, sino en la tecnología”, añadió.
La escritora, lingüista, traductora, investigadora y activista ayuujk (mixe), Yásnaya Aguilar, habló de otros de los valores democráticos: la diversidad y la participación, que no se reproducen en regímenes democráticos sin apertura de otros sistemas políticos.
“Que siguen existiendo y que han existido en un mundo en el que tenemos un monocultivo sociopolítico, el modelo Estado-nación porque, desde mi experiencia, crecí en un sistema político distinto, no es un Estado-céntrico, es un sistema denominado como comunalidad a través de una asamblea”, destacó.
Para Aguilar el tener vida política y contra ese monocultivo sociopolítico es abrirse a otras expresiones políticas. “Como una milpa sociopolítica, es decir, un sistema agroecológico de Mesoamérica en el que no sólo hay maíz, sino muchos otros cultivos; podríamos pensar en un pluralismo político en el que la democracia sea uno entre muchos”, destacó.
En esta metáfora del campo político, la activista oaxaqueña habló de la agencia, la habilidad de las personas para tomar decisiones y actuar en el mundo, aunque debe ser de índole colectiva y no individual.
“La agencia no puede ser individual, la agencia necesariamente de una dimensión colectiva y, por lo tanto, política; en el desarrollo de la agencia lo que necesitamos es tener el tiempo para juntarnos con los demás. Y por lo menos en México, tenemos una ventaja a través de las tradiciones colectivas de deliberación”, precisó.
La capacidad de agencia está limitada a los recursos materiales en un contexto donde las ideas democráticas llegan, pero no se popularizan.
“Justamente en lo que falló el discurso de la transición democrática, por lo menos desde mi contexto, es que en realidad nunca ciudadanizó la democracia: se defendieron los valores democráticos, el sistema de contrapesos, todas estas frases se volvieron incluso desde ciertas perspectivas marcadores de clase, y no se alcanzó a popularizar”, dijo.
Sobre el futuro de la democracia, Stuart Candy, futurista, artista, facilitador y educador del Tec de Monterrey, remarcó si pensar en el futuro es un privilegio o un derecho. “Puede parecer una dicotomía falsa, porque en el mundo parece un privilegio si puedes dedicarle tiempo a ese pensamiento, si tienes las necesidades cubiertas y no si tienes problemas para sobrevivir”, dijo.
“Aunque, por otro lado, es un derecho y es posible pensar, imaginar y buscar, actuar y hacer las cosas que queremos en nuestra democracia, y se necesita que se pueda imaginar”, añadió.
La académica de esta Casa de Estudio, doctora Mara Robles Villaseñor, moderó el diálogo, del que dijo se plantea desde la perspectiva actual, con temas que están en la agenda y de los que en la FIL Guadalajara se busca adelantar respuestas.
Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“30 Años de la Autonomía de la Universidad de Guadalajara y de su organización en Red”
Guadalajara, Jalisco, 2 de diciembre de 2024
Texto: Adrián Montiel González
Fotografía: Iván Lara González